sábado, 20 de agosto de 2011

La batalla

Siendo las compras lo que más me entretiene en mi tiempo libre, siento la necesidad de dedicarle un post a esta actividad en agradecimiento por existir. Las próximas líneas están cargadas de neuroticismo y un poco de frustración por no haber conseguido hoy día el saco que quería -o, mejor dicho, por haberlo perdido por puesta de mano. Además, mi afán por las compras es una de las pocas cosas que pudo ponerme de vuelta al ruedo en este antisocial blog.
Advertencia: este post no hablará de lo divertido que es tener más de seis bolsas en la mano y todavía ir por más (sería muy aburrido en caso de que un hombre se aventurara a leer esto), sino más bien tratará de mirar este tema con una perspectiva más agresiva -y real.

Para todos ustedes, el desafío más grande que tenemos que pasar las mujeres después de convivir en este hermoso planeta con el género masculino: las compras, más conocido como shopping (a todos se nos escapa nuestro lado alienado alguna vez). Pero OJO que esto es cosa seria. Podría concluir, tras mi corta pero experimentada vida en este tema, que ir de shopping no es tan simple como todos ustedes miembros del sexo macho piensan que es -ahora estoy asumiendo que algún hombre está leyendo esto. Es una verdadera batalla. Una guerra en muchos casos. He aquí las razones por las que he llegado a esta emocionante conclusión.

Como mencioné líneas arriba, hoy fui de compras. Sí, para variar. Todo fluía sin ninguna novedad: primero ver toda la ropa de la tienda, luego probármela, dejarla en su sitio, seguir dando vueltas a lo que ya vi más de cinco veces, volver al probador y llevarme lo primero que había escogido (esta es la parte que me pareció que podía ser aburrida para los hombres así que la pasaré rápido. Qué considerada soy). Como dije, parecía ser una tarde normal hasta que por esas cuestiones de la vida levanté la mirada y me encontré con cien carteles colgantes que decían "Liquidación en toda la tienda". Entré en un trance emocional indescriptible. De inmediato mi cara se convirtió en la de Scar. Es en este preciso momento, y presten atención, cuando la tienda se convierte en un campo improvisado de batalla.

Yo no estaba sola, felizmente mi madre me había acompañado (de tal palo, tal astilla). Éramos nosotras dos contra el mundo. Las palabras componían un diálogo bastante corto y con aspiraciones militares.

- Mamá, tú mira por la derecha, yo voy por la izquierda.
- ¡Acá encontré algo!
- Quédate ahí, no te vayas a mover.

Mientras caminaba a paso ligero, no no, mientras corría para darle el alcance, algo distrajo mi mirada de su foco de atención: un saco negro precioso, quizás el más precioso que haya visto jamás. Le hice una señal cautelosa a mi madre para no levantar sospechas y me dirigí tranquila al stand de los sacos -una vez más para que 'nadie' se percatara de mi astuta jugada. En cuanto llegué, casi de la nada apareció una voluptuosa mujer; pero no me dejé intimidar por su figura (el lunes empiezo la dieta). Nos lanzamos una mirada que parecía de vaqueros del oeste antes de sacar el arma y luego, como quien no quiere la cosa, tratamos de convencernos la una a la otra de que no había desesperación en conseguir ese saco. Buscábamos tranquilamente nuestra talla, mirándonos de reojo de vez en cuando y sonriendo hipócrita pero estratégicamente. Cuando por fin conseguí mi talla y pretendía sacarla del colgador para probármela, una fuerza extraña me lo impidió. Otra vez mi cara imitaba torpemente la de Scar.

Esta mujer de escandalosas curvas había cogido el mismo saco que yo; quién lo diría, quizás después de todo no estoy tan mal. Empezó una auténtica Guerra Fría. Mi madre llegó para cubrirme las espaldas y lanzó un mensaje que en la vida real se conocería como indirecta: "Olvídate, ese saco dentro de unos meses se va a estirar y te vas a ver gorda". Lo raro de esto que es que no funcionó. La susodicha se lo llevó de todas formas. Pero no lloré desconsolada. La guerra no había terminado.

- A tu izquierda, a tu izquierda, a tu izquierda.
- No hay nada, mamá.
- Más a tu izquierda.
- Ya vi. Voy a correr pero no me sigas.

Y me fui. Me fui en busca de la felicidad. Blusas por montones y lindas chompas. Marqué territorio y no me moví de ahí hasta encontrar mis colores y mis tallas. Mi premio consuelo resultó ser inclusive mejor que el regalo mayor. Llegué a la caja contentísima por mi elección y porque por supuesto sabía que nadie tenía la misma ropa que yo porque estaba bastante escondida. Una señora en la cola se quedó mirando una de mis chompas y sin ningún reparo me preguntó: "¿Dónde la has conseguido?". "Por la zona de los sacos", respondí mientras sonaba mi risa malévola de fondo. Como verán, esa fue mi última victoria, no decirle dónde había encontrado mi valiosa prenda. La mandé a los sacos porque en realidad fue lo primero que se me ocurrió. Era eso o decirle "en la zona de carteras", que ya no es tan creíble.

Hacer compras suele frustrarme cuando no consigo lo que fui a buscar, pero me conformo con no irme con las manos vacías. Estas últimas líneas ya no están cargadas de despecho sino de regocijo puro. Iré mejorando mis tácticas y estrategias hasta que me convierta en una experta y me sienta mejor respaldada al atreverme a contarles todo esto. No tengo certificados pero tengo buen gusto, es todo lo que tengo para ofrecerles.

Mujeres: no le digan a nadie de la cola dónde consiguieron lo que consiguieron si no quieren tener gemelas no reconocidas por la calle. Y, obviamente, no le crean a las que te dicen dónde consiguieron lo que consiguieron. Mejor aún, no pregunten.

Hombres: igual ya leyeron el mensaje para las mujeres pero a ustedes les digo que nos entiendan un poquito más. Que esta batalla es divertidísima.

martes, 22 de marzo de 2011

¿En qué momento?

No sé cuándo fue que dejé de jugar a las escondidas, a las chapadas.
No sé cuándo fue que dejaron de decirme "come toda tu comida", "báñate", "has tus tareas".
No sé cuándo fue que dejé de caber en la casita que me regalaron mis papás. Tampoco sé cuándo fue que dije "regálenla".

No me acuerdo el día en que simplemente no me acerqué más a mis barbies.
No me acuerdo el día en que dejé de jugar a la cocinita, a la gallinita ciega, a "¿Lobo estás?".
No me acuerdo el día en que pude cambiarme sola. Tampoco me acuerdo el día en que aprendí a hacerme una cola en el pelo.

Y no sé en qué momento aprendí a montar bicicleta sin rueditas,
en qué momento tomé mi primera decisión,
en qué momento lloré por primera vez por algo que no sea que no me dejaron salir a jugar,
en qué momento dejaron de hacerme cosquillas,
en qué momento dejé de preguntar "Por qué?" y empecé a responderme yo misma.

A veces es necesario hacer un alto y ponerse a pensar en qué momento crecimos. En qué momento nos encontramos cruzando la pista solos por primera vez.

viernes, 25 de febrero de 2011

Quién miente

Hoy en la combi camino al trabajo me pasó algo que me dejó pensando el resto del día. El cobrador me pidió el pasaje y yo le di 1 sol. Y me dijo: "es 1.20" y yo le respondí: MEDIO (es decir, pasaje universitario, que es 1 sol). Al segundo me dijo: "muéstreme su carné". Y le contesté: "ay señor, ni modo que le mienta" y se lo mostré desganada porque tuve que revolver mi cartera para encontrarlo y enseñárselo.
Entonces me di cuenta de algo, ¿tan grande es la desconfianza de la gente? O dicho de otra manera, ¿se sabe quién miente y quién no?

Si yo no le mostré mi carné al cobrador fue porque que yo pago universitario y que no estoy mintiendo. Pero el señor... ¿cómo sabe que no estoy mintiendo? La verdad es que nunca se podrá saber si se está escuchando la verdad o si tal vez uno está siendo engañado.
¿Cómo hacerle entender a la gente que uno está diciendo la verdad? ¿Cómo hacerle entender al cobrador que no estoy mintiendo y que efectivamente yo pago medio pasaje? ¿Cómo aprender a decir la verdad siempre? Si se desconfía ahora es porque antes alguien mintió.

¿Se miente sólo para ocultar la verdad? ¿Se miente por nervios, se miente por apuro, se miente por compromiso, se miente por costumbre? ¿Un vaso medio vacío o un vaso medio lleno? ¿Verdad a medias = mentira?
No se sabe por qué, pero se miente. Cuando cedemos el asiento reservado, ¿lo hacemos por voluntad propia o porque tenemos un afiche pegado en la ventana del lado izquierdo que nos ordena hacerlo? ¿Mentimos al ceder el asiento reservado? ¿Mentimos al saludar por las mañanas a la gente que pasa por tu oficina? ¿Una estadística es mentira porque no es del todo verdad?

Lo cierto es que no hay un radar que vibre, suene o se prenda de algún color cuando alguien no nos está diciendo la verdad. Y aunque la palabra confianza haya perdido su valor y se haya vuelto casi inalcanzable, es eso lo que nos permite convivir.
Yo sé que no estoy mintiendo al contarles mi experiencia pero ustedes no lo saben.

No hay radar. Solo hay confianza. ¿Me creen?



viernes, 18 de febrero de 2011

El prólogo de la vida

Toda obra de teatro tiene un prólogo, un origen, un pasado. La vida -tu vida- también lo tiene. Un prólogo siempre da pie a algo nuevo, nunca se retrocede después de leer uno. Tus acciones pasadas, las palabras que dijiste -y las que callaste-, las personas con las que te juntaste, las cosas que te hicieron reír y las que te hicieron llorar, las cosas de las que te arrepentiste y las cosas que volverías a hacer... todas son parte de tu prólogo. Cuando lean tu historia, este solo servirá como maestro. Lo que hace buena tu obra de teatro, tu vida, es el presente.

"Deberíamos usar el pasado como trampolín y no como sofá." (Harold MacMillan)
Hoy puedes hacer todo lo que no hiciste nunca y remediar todo lo que hiciste antes. Hoy puedes hablar o callar si lo deseas. Hoy puedes redactar tu nuevo prólogo para mañana.
El pasado le pasa la posta al presente pero no lo pierde de vista.

Por eso, toma al pasado como un padre y al futuro como un hijo. Y hoy aprende de tu pasado, actúa tu papel en el presente y léele un buen prólogo a tu futuro.

lunes, 14 de febrero de 2011

No alcanza

Tener pies, no alcanza para saber caminar. Tener brazos, no alcanza para saber abrazar. Tener ojos, no alcanza para saber mirar.
Hay que hacerlo. Hay que caminar, hay que abrazar y hay que mirar. No solo hay que ver.
Se ve con los ojos, pero se mira con el corazón.
Todos nos ven. Y nosotros vemos a todos. Pero ¿a quiénes miramos? y ¿quiénes nos miran? Ellos nos aman. Solo los que nos miran caminan con nosotros y no solo con sus pies; y, llegado el final, nos abrazan con el alma.
No alcanza que alcance, siempre se puede dar más.

jueves, 10 de febrero de 2011

Si no...

La verdad es que...
Si no quisiéramos llorar, no fingiríamos reír
Si no tuviéramos tantos defectos, no nos fijaríamos tanto en los de los otros
Si no existiera la desigualdad, no habría envidia ni codicia
Si no supiéramos abrazar, nos abrazarían
Si no escucháramos a los demás, nadie nos escucharía a nosotros
Si no sintiéramos el pensamiento, tampoco pensaríamos el sentimiento
Si no fuéramos nosotros mismos, seríamos todos
Si no fuéramos lo que queremos ser, seríamos lo que otros quieren que seamos

Si no supiéramos reír, no podríamos soñar
Si no pudiésemos soñar, no nos gustaría vivir
Y la verdad es que si no nos gustara vivir,
ya no estaríamos acá.


En el fondo todos tenemos algo que nos mantiene vivos, que nos hace disfrutar la vida.
¿Cuál es tu razón de vivir?

sábado, 5 de febrero de 2011

El primero

Sesenta personas delante mío, probablemente treinta atrás de mí. Ya había llegado y ya no había marcha atrás. El sol se hacía notar cada vez más intenso y casi todos intentaban conseguir un poco de aire moviendo aquello que tuvieran a la mano. Yo: mi bolso blanco de siempre, un pantalón ancho, un polo negro, media cola y llena de pulseras y pitas en la muñeca. Mirada nerviosa pero cuerpo relajado. Mente concentradísima. La cola avanzaba lentamente pero yo no sentía nervios. Todos nos mirábamos y analizábamos... "Puede ser que ella sí la haga", "ese ha venido a perder tiempo" seguramente pensaban (me incluyo).

Entramos al canal. Tomé varios sorbos seguidos de agua como si no fuera a beber nada nunca más. Casi me acabo la botella. Ahora sí estaba nerviosa. Todo lo demás no se hizo esperar; de hecho, fue muy rápido. Nos dieron una ficha de datos para completar y un diálogo que teníamos que interpretar en parejas. Me tocó con una chica que recién había llegado de Huancayo, exclusivamente para esto. Ella estaba igual o más nerviosa que yo. Pero no lo demostramos. Ensayamos unas cinco veces en la cola hasta que por fin nuestro turno llegó.

A partir de acá todo pasó como un rayo. Más rápido que antes. Caminé hacia el cubículo donde se llevaría a cabo mi audición. Una cámara, un micrófono, un actor peruano y una asistenta llenaban el espacio junto con nosotras.
Me pidieron que me presentara ante la cámara. Lo hice. Luego vino el "3,2,1 ACCIÓN!" y todo se resumió a ese minuto frente a la cámara interpretando mi diálogo.
Salí del canal. Respiré. Me acabé la botella de agua.
Creo y espero haberlo hecho bien.. muy bien... fue mi primer casting.

jueves, 27 de enero de 2011

Hacer lo tuyo, hacerlo tuyo

Cada loco con su tema, eso es cierto. El cocinero a la cocina, el zapatero a los zapatos, el escritor a sus libros. Saber qué es lo tuyo, en muchos aspectos, es fácil. Analizas qué es aquello en lo que eres bueno. Pero no siempre nos gusta eso en lo que somos buenos; en otras palabras, falta la pasión. La pasión está en todo lo que deseas. Eso es lo único complicado de elegir qué es lo tuyo. Muchos no encuentran nunca su pasión en la vida y hacen las cosas "en las que son buenos" pero no las cosas por la que sienten pasión. Encontrar tu pasión te equilibra, te libera y te alivia. Sabes quién eres, de dónde vienes y a dónde vas. La pasión te plantea metas, una tras otra. Te esforzarás por ser el mejor cocinero y no simplemente por ser un cocinero. Te esforzarás por ser un gran artista, porque no hay artistas intermedios.
Conocer tu pasión, en muchos sentidos, te cambia la vida. No hay mejor sentimiento que aquel que se siente cuando estás haciendo lo tuyo, cuando estás donde deberías estar. Hacerlo tuyo también forma parte de este proceso, aunque no es lo mismo. Hacerlo tuyo significa profundizar aquello por lo que sientes pasión, superarte, investigar, hacer tuya esa pasión.

Se puede no tener suerte en muchísimas cosas, pero oigan... si encontraron su pasión, considérenlo un milagro. No mucha gente tiene esa suerte. El éxito no está en las ganancias, no está en la fama. El éxito no es algo que se logra. El éxito es hacer lo que te gusta... todos los días por el resto de tu vida.

lunes, 24 de enero de 2011

Fuerte

La vida es un baile, a veces guiamos y a veces seguimos. Para aprender a ser fuertes, hay que ser fuertes. Sonreír cuando las lágrimas te rueguen salir, cantar cuando ya no tengas voz, ayudar cuando seas tú el que necesite ayuda... hay que buscar entender antes de ser entendido. Hay que ofrecerle un abrazo a alguien por más que lo necesites tú. Ser fuerte no da pena, ser fuerte es perdonar, es esperar aun cuando se sabe que no hay regreso. Es consolar cuando se necesite consuelo, es callar muchas veces, es tener esperanzas.

"Se ve tan fuerte, parada ahí, sonriendo. Pocos saben que anoche se acostó llorando."

martes, 18 de enero de 2011

Ser feliz

No creo que exista un concepto establecido de lo que todos llaman "felicidad". Si me preguntan, la felicidad son momentos y, como momentos, finitos. Uno no es feliz toda su vida, es feliz por momentos. Tampoco se tiene una "vida feliz", se tiene una vida con momentos felices. Estar con quiénes uno debe estar, eso es felicidad. Estar en donde uno debe estar, eso también es felicidad. Sonreír, cantar, actuar, bailar, escribir, jugar, pintar, caminar, saltar, correr, ayudar, vivir... eso es felicidad. Estar aquí ya debería sacarnos una sonrisa.
Y sí, claro que se puede aprender a ser feliz. Yo ya soy feliz de aprender.

"Te conozco y porque te conozco, te elijo; y porque te elijo, te acepto; y porque me aceptas, soy feliz." - Casi Angeles.

domingo, 16 de enero de 2011

Del libro "Brida" de Paulo Coelho:


"Ni siquiera en lo más importante de su vida, el amor, había conseguido ir hasta el final; después de la primera decepción, nunca más se entregó por completo. Temía el sufrimiento, la pérdida, la inevitable separación. Claro, estas cosas estaban siempre presentes en el camino del amor; y la única manera de evitarlas era renunciando a recorrerlo. Para no sufrir, era preciso también no amar."


"No existe nada completamente errado en el mundo. Hasta un reloj parado consigue estar acertado dos veces al día."


"No tenía miedo a las dificultades: lo que la asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros."

martes, 11 de enero de 2011

El artista

Dicen que los pintores, actores, escritores, cantantes, bailarines están locos. Quizás no se equivoquen.
Hace tiempo yo me di cuenta que no veía lo que los demás veían y me descubrí como una chica que pinta de colores aquello que otros ven negro. Me di cuenta que camino por la pista cuando otros prefieren hacerlo por la vereda. Me di cuenta que puedo ver cosas que todavía no existen y que soy capaz de crear. El artista, ante todo, crea.
No sé si esto es bueno o malo, pero me encanta.
Oscar Wilde dice que ningún gran artista ve las cosas como son en realidad y que, si lo hiciera, dejaría de ser artista. Ver las cosas tal y como son, no siempre significa verlas correctamente. Tal vez los que las vemos distinto, las vemos mejor. Por ver quiero decir, en realidad, mirar.
El arte es una pausa eterna que me permite quedarme en un mundo donde todo es factible. Un mundo donde la buena locura y el raciocinio sí pueden ponerse de acuerdo.

Más específicamente, el teatro me ha hecho cambiar. Me ha hecho mejor. El teatro es disciplinado pero divertido. El teatro te permite gritar solo si sabes callar. Te permite aprender y enseñar. Te permite transmitir culturas, pensamientos, personajes, épocas, espacios. Una vez escuché que "la vida es un obra de teatro que no permite ensayos. Por eso ríe, canta, baila, ama sin miedo a sufrir ni a estar solo y vive intensamente cada momento antes de que el telón se baje y la obra termine sin aplausos." Esa frase se convirtió en la razón por la que ahora adoro el arte y, por lo tanto, adoro la vida.

La gente nos mira como si fuésemos bichos raros. No entienden por qué un artista siente antes de razonar. Y es que para entender a un artista, hay que ser uno. Sin embargo, no es necesario creer en lo que dice un arista, sino en lo que hace. Por eso es que una pintura, una canción, un baile, una obra de teatro o un libro caen mucho mejor que el autor o actor.
Yo no me considero una artista, pero amo y entiendo el arte.
Cuando estoy ahí, a segundos de salir a escena, me tiembla el cuerpo y se me hace un nudo en la garganta. Pero no cambiaría ese sentimiento por nada del mundo. Me gusta todo lo que supone actuar: la práctica, el sacrificio, el cansancio, la repetición del guión, la puesta en escena, los ensayos, el trabajo en equipo, las luces, los nervios,el telón, los aplausos... y me gusto yo ahí. Parada frente al público. Y ellos sentados frente a mí.
En esto que me encanta hacer, no vivo una vida... vivo muchas.



lunes, 10 de enero de 2011

"Más que los actos de los malos, me horroriza la indiferencia de los buenos. Nosotros mismos debemos ser el cambio que deseamos ver en el mundo. Casi todo lo que realice será insignificante, pero es muy importante que lo haga." - Mahatma Gandhi


Así que ya saben, ¡¡ sean el cambio que el mundo necesita !!

domingo, 9 de enero de 2011

El hombre perfecto

Ayer a las 2:30 de la madrugada, camino a mi casa después de una reunión, el sueño se apoderaba de mí pero no podía dormir porque el carro daba muchas vueltas. En vez de eso, me puse a pensar. Las mujeres nos pasamos toda la vida esperando al hombre perfecto: ya lo tenemos en nuestras cabezas estereotipado. Es posible que muchas de nosotras incluso coincidamos en este modelo de hombre, es decir, que mi hombre perfecto tenga las mismas características que el de muchas otras. De ahí parte el problema.

Tal vez la denominación "hombre perfecto" está mal de arranque. Tal vez, según yo, lo que corresponde a cada mujer no es un hombre perfecto, sino un hombre indicado. ¿La diferencia? El hombre perfecto es de todas las mujeres (o de la mayoría) mientras lo imaginen igual. El hombre perfecto no es solo mío, no es de ella... es de todas. El hombre perfecto, al fin y al cabo, es eso: perfecto. Y, seamos claros, la perfección en persona no existe. Si tomo estas premisas como ciertas, puedo decir que el hombre perfecto no existe. O, paradójicamente, existe para todas.
El hombre indicado, en cambio, es para cada una. El hombre indicado será el que me entienda a mí más que a cualquier otra, será la persona cuyas características encajen en el rompecabezas de mi vida, será el hombre que pueden querer muchas, pero que me corresponde a mí. Cuando aparece el hombre indicado, entonces, desaparece el hombre perfecto.

Lo bueno de esta conclusión a la que llegué hoy por la madrugada es que entendí (y espero hacer entender a muchas) que todas tenemos un hombre indicado y que no es el hombre perfecto el que nos hará felices. Lo malo es que el hombre indicado es mucho más difícil de hallar que el hombre perfecto. Como dije antes, el hombre perfecto está en todas partes y está con todas. Besa a todas, sale con todas, rescata a todas, abraza a todas, toma de la mano a todas, viaja con todas, etc. Está al alcance de todas y existe tanto para mí como para la chica que en estos momentos acaba de cruzar la calle de la esquina (completa extraña); y es muy fácil de encontrar este tipo de hombre (en fiestas, reuniones, centros comerciales, calles, playas...) El verdadero problema, que casi todas tenemos pero que llamamos "el problema de no encontrar el hombre perfecto" es, en realidad, el problema de no encontrar el hombre indicado.

Y aquí viene mi segunda conclusión disfrazada de consejo: Las cosas buenas llegan para los que esperan. Cuando menos lo pienses, llegará el momento en que sientas que tu rompecabezas está completo y que, además, tú completas el de alguien. Cuando esto suceda, ese alguien se habrá convertido en tu chico indicado.

jueves, 6 de enero de 2011


La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda. Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos. (Bertrand Russell)
Lo único que no te va a gustar de la vida es que te va a parecer demasiado corta. (Anuncio Coca Cola)